Retrasos en un tren
Al igual que le sucede a mi amiga
Dorotea Hyde, pienso que el transporte público es como una buena vitamina para
escribir historias. Te cruzas todo el tiempo con gente. La mayoría no es
exactamente gente viva, más bien zombis atapados por una pantalla. Pero algunos
supervivientes a la epidemia de muertos vivientes respiran normalmente entre
nosotros, interactúan, permiten que ponga mi oreja a hacer horas extra y de
paso el cerebro.
Era sábado. Yo iba a trabajar pronto
muy pronto, en una hora donde se mezclan los pringados como yo con los que
acaban su fiesta. Hacemos mal equipo. Los ceñudos contra los que todavía ponen
música en el móvil o van borrachos o cantando o gritándose las últimas
anécdotas de discoteca o los planes de futuro inmediato en un “after”.
Y oigo a dos tipos. Me giro. Dos individuos
que representaban mi idea de idiota de manual: gorra con visera en la nuca,
edad adolescente y móvil con reggaetón a volumen pernicioso para la salud (no
muy alto pero los altavoces de un Smartphone son molestos a cualquier volumen,
la cumbre del estropicio auditivo, ni Mozart sonaría bien ahí, así que lo
otro…).
Escuché esta inquietante
conversación:
-
Le
voy a matar, hermano, te juro que lo mato. Cojo una pistola y me lo cargo…- me
giré para ver si había peligro inminente pero solo vi dos gorras y dos nucas
más los respectivos respaldos.
-
¿Pero
tú te escuchas? ¿Eso que estás diciendo? Es una locura- al parecer uno de los
dos gorritas no era tan estúpido como pensaba. Esto es un nuevo revés a los
prejuicios, la apariencia no lo es todo. Entre los dos sumaban un cerebro pero
solo estaba en la cabeza del segundo interlocutor.
-
No,
te lo juro, hermano, le mato. Me ha dejado en ridículo porque estaba con todos
y haciéndose el gallito con su novia pero te juro que le mato. El viernes que
viene voy y ¡pum,pum! Un tiro.
-
¿Te
oyes? ¿Y tu madre? ¿Qué dirá ella?
-
Me
da igual.
-
Vas
a ir a la cárcel.
-
Me
da igual. Le mato. Ese tío se creía muy gallito- es repetitivo, lo sé, pero el
discurso de alguien que va bebido es esto, puro bucle sin solución de novedad y
este había ahogado sus penas en la mitad del alcohol de su local, tenía esa
dicción emborronada y gangosa de los excesos etílicos.
-
Estás
loco. Cuando duermas y se te pase ya lo dejarás pasar.
-
Que
no, el Viernes que viene, tío, te juro que…
Y así todo el tiempo. Eran cuatro
pinceladas de una historia. Yo veía ahí como al borracho hablando con una
chica, luego el matón acompañado de la pandilla arropadora dejándole en
ridículo o calentándole el cuerpo a base de golpes, la chica pasando a manos
del chulo (vete a contarles a estos que las mujeres no tienen dueño y van por
libre o que la prehistoria pasó y ahora ya estamos en lo siguiente), el
resentido desahogándose en su cerebro con una pistola que dispara en su agenda
de los propósitos del mes siguiente. Puro género negro del cutre. Del de andar
por un vagón de metro.
Me alegró pensar que el escenario
anunciado para la presunta matanza sería la semana siguiente en un lugar que yo
no frecuentaría. Que se realizaría entre idiotas y eso es puro Darwinismo, una matanza
entre atontados no puede hacer daño a nadie(o sí, quién sabe, pero yo no
estaría para verlo). Lo cierto es que mi intuición me dice que al día siguiente
tendría una buena resaca y la certeza de que las armas de fuego no las venden
en los quioscos así que el viernes siguiente nada de lo anunciado sucedería.
Salí al amanecer y caminé hacia mi
trabajo. Recordé las tragedias de mi propia adolescencia, tan grandes en su
momento y tan ridículas ahora.
También pensé que esos tiempos de
juventud no son tan buenos como los recordamos. Aunque yo nunca llevé gorra con
visera en la nuca. Pero pude ser tanto o más imbécil que ellos.
El trabajo me pareció un mal menor,
en cualquier caso.
Gracias, mi joven y triste amigo
asesino. Sé que en algún lugar de un viernes futuro sigues tan borracho como
siempre y no has matado a nadie. Con suerte crecerás para reírte de lo cretino
que eras. Y para darle las gracias a tu amigo. Algunos hasta se salvan de la
edad del pavo.
Hasta el próximo tren de cercanías,
amigos-as. Pero no os lo recomiendo. La RENFE en Cataluña sigue sufriendo
grandes retrasos y a ciertas horas se suben otro tipo de retrasados.
Comentarios
A esas edades nos creemos la última coca cola del desierto.
Menos mal que todo pasa.
Saludos.
Sobre tu entrada, da para comentar tantas cosas que no sé por dónde empezar. Quizás por esa época terrible que es la adolescencia, que nunca volvería a repetir ni siquiera para enmendar errores. O quizás debería comentar esa posesión que algunos hacen de las chicas, aunque me parece todavía peor que ellas se dejen. Y ese último párrafo de los retrasos en Renfe casi mejor me lo salto, porque me trae toda la inspiración de golpe pero saldría con demasiados tacos y me acusarían de infamias aunque sólo dijera verdades.
Un abrazo enorme.
Creo que las chicas se dejan si no tienen la cultura o la preparación suficiente. Claro que a esas edades quién la tiene. Cuatro gatos. Y gatas. Aunque ya digo que uno de ellos parecía inteligente. Por contraste.
Hay un dibujante de comics de Chalie Hebdo, la revista francesa, que vive solo de incluir página semanal con algo que ha escuchado en el tren o transporte público o en la calle. Depende cómo pongas la antena. Saludos otra vez. Mi primer saludo homenaje estaba en el mismo post,je,je
Un abrazo.
compartir transporte nos acerca a otros viajes
historias sórdidas, amantes furtivos, borrachos de la vida, y una vida de borrachos.
Muchas veces al escuchar esas conversaciones ajenas el pasado regresa a nosotros ,
sacudimos la cabeza, sonreímos o añoramos aquellos con los que compartimos
Lo del boinas seguro que era un arrebato, cuantas veces hemos dicho eso de
lo mato
claro que si viviésemos en otro país , si mira al otro lado del charco, tu serías un testigo de un intento de asesinato y es que a veces ser espontáneo es lo que tiene :P
hace tanto que no viajo en tren que lo extraño
extraño esas noches en el Alvia hasta Zaragoza
tantas historias ....
vidas cruzadas en fragmento de tiempo ínfimo
besos
María: Bueno, visto de esa manera, el tren es casi romántico. En mi caso es un triste tren de cercanías por una madrugada de fin de fiesta, con individuos resacosos y de mal humor o simplemente adormecidos.
Nunca creí ser testigo de un intento de asesinato. Creo que la vida tranquila hace que bajes la guardia. Los asesinatos reales y los que no suceden se presienten del mismo modo. No se presienten, más bien. Piensas que no pasará nada y luego... la tragedia. Este no fue el caso. O no salió en ningún lugar. Bien. Por más que no soy un gran admirador de los adolescentes ni en general me gustan.
Saludos desde este verano casi interminable. Seguro que a tí te gusta más que a mí, je,je.
Siempre me han sorprendido quienes afirman que volverían a esa edad encantados.
Beso
Sí, sorprendente lo de volver a esa edad con ganas. Besos