Detrás de lo que se ve
Hace un
tiempo nos juntamos un grupo de amigos y conocidos en un bar. Yo iba con J. (que
por cierto me ha dicho que si vuelvo a contar historias humillantes sobre él le
va a dar al mundo su propia versión de lo retrasado mental que soy yo, un
saludo J., best wishes). Eso significa que un alto tanto por ciento de la mesa
era del grupo social de J. pero no del mío. Me senté porque no tenía otra cosa
que hacer pero se me dan mal los desconocidos. No tengo nada contra ellos. Pero
como tampoco tengo nada a favor no sé de qué hablarles. Y lo del tiempo
climatológico solo da para trayectos cortos del tipo ascensor. Y es muy
patético. Así que me limité a estar. Si salía algún tema de interés en el que
pudiese meter la cuchara ya participaría y si no, nada, a poner cara de tonto y
sonreír como un idiota o como un buen chico educado.
A M. sí le
conocía. Una infancia a tope rompiéndonos la cara por cualquier tontería y
luego juntándonos para romperle la cara a otro amigo y así todo el tiempo pero
siempre sin perder la amistad. A X., un tipo de aspecto huraño que no gastaba sonrisas
de educación no le conocía. Estaba frente a M. y le miraba con recelo. Aunque
eso me lo parece ahora que tengo más datos. En ese momento sólo nos tomábamos
algo mientras yo me reía de algo que no me había hecho gracia.
M. contaba
alguna de sus batallitas en el autobús. Una anécdota irrelevante sobre la
dureza de conducir un autobús con entrada libre a cualquiera, incluso a los
viejos locos que quieren que los pares en la puerta de su casa como si fuesen
con Uber.
- Pues a mí
los de los autobuses me parecéis todos un buen montón de mal nacidos- lo dijo
X.- Os saltáis las señales de tráfico, os saltáis hasta vuestro carril o
invadís el nuestro.
M. lo miró…
yo diría que preocupado. Yo seguí con mi sonrisa pintada. Como no iba conmigo,
la máscara tenía que seguir. De todas formas me llamó la atención que hubiera
alguien que odiase el gremio de los autobuses. A lo mejor cuando era un crío un
autobús había entrado en un callejón y había matado a sus padres y desde
entonces X. odiaba a todos los conductores. Pensaba que el hecho de sacarte el
permiso para conducir autobuses te convierte en un ser humano diferente.
Alguien que ya no es humano como tú y merece ser discutido en el mejor de los
casos o apaleado en el peor. Es fácil generar diferencias irreconciliables.
Aquí en Cataluña lo de generar conflicto ya es deporte de Autonomía casi
oficial. M. respondió:
-
No,
los que lleváis turismos sí que sabéis, que sois los que más accidentes
provocáis. Y no digamos de invadir carriles porque eso lo hacéis vosotros. El
otro día uno…
Y comenzó
con el tema de la conducción. Yo pensé que a lo mejor si introducía el tema
ciclistas tal vez no acabase aquello en una escalada de violencia con final
apocalíptico. Pero nada. Decidí dejarlo. Ya sabéis, sonrisa neutra. Es vuestro
problema. Y yo ni llevo vehículo propio ni uso el bus. Y tampoco sabía qué
decir sobre ciclistas. ¿Qué los atropellan poco para lo irresponsables que son?
A lo mejor eran
como cofradías enfrentadas con las que hay que tener cuidado. La procesión de
los turismos contra la de los conductores de autobús, una guerra secreta que
desconocía. A mí me sacan de lo de Palestina e Israel y Puchi contra Rajoy (por
no decir otra cosa) y me pierdo.
Al cabo de
un rato, cuando alguien les hizo calmar los ánimos, justo antes de que casi
llegasen a las manos por culpa del código vial de circulación, le comenté a J.
que todo aquello era pasarse. Por tan poca cosa. Pero J. me esclareció un poco
el asunto.
-
M.
se enrolló con la mujer de X.. Estuvieron un tiempo poniéndole los cuernos a X.
y él la ha perdonado y tal pero parece que a M. no. Creo que la cosa va por
ahí.
Eso me
reconcilió con el mundo. Me empezaba a preocupar que se formasen batallas así
por nada. En esa mesa no se estaban peleando por lo que parecía que discutían.
Era por un entrelíneas que solo ellos se manejaban. A X. no parecía gustarle
tener delante la cara del hombre que había estado un tiempo dentro de su mujer.
Al final hasta me hizo gracia y me reí. Pero esta vez de verdad.
Comentarios
Abrazo y más risas.
Jaaaa
Un beso!
Ahí podría meter cizaña...o calmar ánimos...Aquí hasta los abuelillos suben y bajan del "colectivo" (como se llama al Bus acá) en marcha!!!
Se pasan los semáforos en rojo, adelantan, aceleran, frenan y van a toda leche...subirse a uno es como entrar en una montaña rusa y no saber si vas a bajar viva! Son odiosos y a mi me daría por pegarles de collejas hasta el carnet de identidad!
Porque tú nos aclaraste que en esa conversación tan airada, había gato encerrado...pero vaya! yo ahí me hubiera reído hasta tener agujetas contándoles lo pillados que están aquí...Y de verdad, que no es para ofender a los argentinos, pero en cuestión de civismo al volante, están a años luz nuestro (y mira que nosotros también debemos aprender a comportarnos mejor) pero es que aquí yo me parto y me indigno cada vez que salgo a la calle. El paso de peatones no existe para los autos, debes dejarlos pasar a ellos y tú esperar...no cruces jamás ni quieras ser tú como peatón el primero porque te vas a la morgue directo. Y eso incluye a los autobuses que son como psicópatas encubiertos. Arrrggg...para flipar!!
A mi me ha costado interiorizarlo...pero cuando tienes que pegar un salto a lo spiderman y ves que no frenan nada...ahí te das cuenta que o sigues las reglas de esta caótica ciudad o me vuelvo a casa en ataúd y mi madre me remata...
Perdón por el rollazo...pero es que esto de conducir mal me subleva...
Se me pasó por algo lo más importante de la historia...lo que no se ve...pero es que...como dicen, cada uno a su rollo...
Un besazo!!!!
Me alegra saber que sigues las reglas y no te juegas la vida por falta de adaptación. Tú sola no vas a cambiarlo, tienes las de perder.
Interesantes como siempre tus pinceladas viajeras. Me parece genial cuando lo que escribo se va por caminos inesperados.
Besos
Sergio yo después de nueve años viviendo en España todavía me sigo sorprendiendo que los coches se paren en el paso de cebra para que yo pase, es hasta gracioso porque somos los dos parados a ver quién se decide primero a pasar jajajaja
Tu historia como todas me deja pensando, tu realidad supera cualquier fantasía!!! Es que ni se me pasa por la mente que alguien pueda seguir compartiendo tan "civilizadamente" con alguien que se acostó con su pareja, me pasa a mí y es que si me la cruzo por la calle le rajo la cara (mentiras jajajajaja)
Besos
Dos temas de bomba nuclear mezclados jajaja
Suerte salir ileso en la conversación
Bss
Es cierto que no se tenían que haber sentado juntos. Esto no es Inglaterra y el carácter mediterráneo no da para tomar cervezas con el que te ha puesto cuernos. Sería lo ideal pero no estamos preparados.
Besos con doble ración de energía positiva.
Sylvia: Lo de la metáfora lo extraes tú con muy buen ojo. Estoy seguro que conducía mejor el del autobús, por eso el otro estaba resentido y envidioso. Estas historias deben dejar muy chamuscado al engañado. Al final no fueron a más por vergüenza del uno. De hecho, hablaban de buses y coches porque debía ser molesto hasta para ellos hablar de lo otro. Éramos unas ocho personas en la mesa. Besos
A mí me surgen dos preguntas, que tampoco hace falta responder, pero me intrigan. 1) Por qué porras estaban esos dos juntos de cañas. Si fuera X. no iría con ese tío de cañas ni a ningún lado, aunque al final con quien tendría el cabreo sería con mi pareja. Si le perdonó... ¿? 2) ¿Eran amigos antes de eso? Porque entonces no me extraña que X. esté cabreado, para tirarle la jarra de cerveza, aunque vuelvo a la pregunta 1), ¿Qué hacían esos dos de cañas?
Me ha encantado, no los entiendo, pero me he reído mucho con ellos. :D
Besos.
2. Creo que eran conocidos. No tanto como amigos pero sí se trataban ocasionalmente. Yo creo que X. pensó que aguantaría y luego le traicionó el subconsciente y se lió con lo del autobús. Que queremos ser muy racionales y civilizados pero sobre el terreno no es tan fácil. El caso es que él y su mujer siguen juntos. Yo también me interesé por ese detalle. Ejem
Besos
Estas cambiando muchacho
Pa'lante y Pa rebueno....
abrazos siempre
En fin, que es domingo, que llueve, que el café está rico, que tus letras saben a gloria. Esa misma gloria cíclica que me asiste o que visito cada vez que me acerco a tu espacio, a tu dietario intemporal, a tu libreta al más puro estilo navegable de bitácora. Además, cada vez que llego para leerte, lo hago con efecto y afecto retroactivos. Y me pego un hartón de lectura que, en definitiva, no es tanto porque acaba sabiéndome a poco.
He estado contigo en ese centro comercial peleándome con la máquina de bebidas. Me sucedió la última vez que estuve en un Burguer de esos. Y me siento incómodo con gente que no conozco cuando estoy con otra que sí conozco y que sí conoce a la que yo desconozco. Es como un pulso entre conocimiento, causa y personas, un lío, vamos. Pero sé lo que quieres decir. Y te entiendo, créeme que te entiendo.
Llevo dos cafés. Así que aprovecharé los últimos sorbos de un tercero para escribir algo. O, mejor, para subir algo que ya tengo escrito. Además, creo que va siendo hora de actualizar mi blog, que está un par de inviernos atrasado, como poco.
Que, por cierto, nunca te digo nada de tu otro blog. Ese en el que recomiendas lecturas o reseñas novelas. Me encanta porque, entre otras cosas, me siento como en casa. Coincidimos en gustos y en disgusto también creo que coincidimos. A más de una y de unos les he dicho que se pasen por allí. Pero vamos, del dicho al hecho y del hecho a la obediencia hay un paso, a veces, insorteable.
Un abrazo, Sergio.
Tus domingos siempre son fructíferos. Yo quiero intentarlo y siempre lo digo, dar inicio a esos textos sobre la marcha, pero no sé dar ese salto sin red que haces tú cada vez que vas a tu pastelería-cafetería. Si no tengo un germen de idea o de anécdota en la cabeza, parece que no arranco. Alguna vez lo he hecho y ha ido bien pero me atrevo poco. Todavía tengo los dedos tímidos para dar el salto de fe en ti mismo con voltereta mortal que haces tú con tus mañanas de fin de semana. Sólo me queda ponerte un me gusta y sonreír complacido cuando veo que tienes seguidores con buen gusto y que te aplauden lo tuyo.
Sobre los burguer y demás debería salir más. La hostelería y el mundo en general están avanzando más raído de lo que voy yo. Parece que cuando me decido a salir de fiesta con alguien vengo del pasado como si me hubiesen congelado en un bloque de hielo a lo capitán américa.
Lo de actualizar tu blog ya toca, desde luego. Gran noticia.
Sobre mi otro blog creo que sí te hacen caso aunque pasen de puntillas. Porque tengo más visitas silenciosas de las que tenía cuando lo empecé. Así que intuyo que más de uno y de una se da una vuelta. Incluso tengo alguna que otra seguidora que me consta que está en tu grupo de amistades, eso también me consta. Tienes buenas amistades.
En fin, cualquier cosa que diga sonará a tontería después de tus comentarios de lujo. Un fuerte abrazo, Mario.